Fui educado en donde el placer no se mezcla con el trabajo, sin embargo mi trabajo es un placer. Es un placer levantarse cada mañana y agradecer el que pueda trabajar en un lugar rodeado por Arte, dentro de una Casa de Subastas, la que me da la oportunidad de convivir con las piezas y saber esa historia que esta detrás de ellas y, con esto, ayudarlas a encontrar nuevas manos que las custodien para su permanencia en el tiempo.
Hace mas de cinco años hice una visita para ver una obra del maestro novohipano, Cristobal de Villalpando: una Virgen del la Inmaculada Concepción de gran formato.
Llegue a una casa en la Colonia Irrigación de la Ciudad de México: casa de los 50´s, sobria; pulcra; conservadora. Seguramente los muebles han cambiado de sitio solo para ser barridos por debajo y los clavos han sostenido los mismos cuadros desde el día que se colgaron. Ventanas cubiertas con persianas gruesas y pesadas características de la época como las vemos en cualquier película mexicana de aquellos años; solo falto que saliera a recibirnos Ángel Soler o de perdida Miroslava.
Pase a la sala en donde me reuní con las dos hermanas y el hermano que heredaron de la madre el contenido de la casa; ella, algunos días antes ya se nos había adelantado. Platicamos ahí de las piezas que buscaban vender y con eso poder repartir de una forma equitativa el dinero; dentro de ellas, la ya mencionada Inmaculada y que se decía ser del pincel del pintor que viviera entre dos siglos, el XVII y XVIII. De ella, siempre se comento de su valor y su buena factura, ademas del rancio arraigo en la familia. Esta obra remataba el descanso de la escalera que llevaba al piso superior de la casa.
La Virgen, bonita, en buen estado, de época, con la mirada dulce, suspendida en el aire y flanqueada por querubines y su bello manto azul; desgraciadamente sin firma y con pocas posibilidades de atribuírsela al hábil pincel virreinal.
Entramos al despacho para platicar la triste historia del supuesto Villalpando: siento en mi espalda una mirada, volteo y me encuentro a una mulata adornada con unos claveles rosas en el pelo sujetas a un listón azul ultramar, ojos brillantes y labios carnosos, llevaba ella un simple y ligero vestido blanco que le dejaba los hombros bien torneados al aire; envolvían el cuello dos hileras de perlas. Un rostro apacible y altamente sensual. Estaba ahí, en ese nicho formado por libros: me acerco para verla mejor y ahí descubro que esta firmada por Felipe Santiago Gutiérrez, Colombia 1875. La tomo del marco como si lo hiciera de sus hombros, la descuelgo del muro y les digo a los hermanos: es a ella a quien he venido a buscar.
La Mulata de Felipe Santiago Gutiérrez salio en la Subasta de Antigüedades el jueves 29 de mayo de 2014.
La historia sigue.
Bravo tio!
Me alegra que te haya gustado Eduardo!
Padrísimo!!! Felicidades!!!
Mil gracias Zaida, un beso!
Excelente trabajo y la foto genial.
Gracia Hector, un abrazo!
Felicidades Javier que hermoso texto. Esta pieza es de mis favoritas!!!
Gracias Jill!
Ya mi Mulata esta preparando maletas, parte a su tierra, a Colombia…ya les contare.
super,
ESTA INCREIBLE!!
Preciosa la historia ! Qué hallazgo , sigue compartiendo !! Saludos
Mil gracias por el comentario y por supuesto que buscaré el poder seguir compartiendo.